jueves, 21 de marzo de 2013

Imposible

Dejo de lado la pluma de la prosa para intentar decirte, en verso, lo mucho que, cuando te vas, me faltan la luz que irradia tu simple presencia, la magnética atracción de tu sonrisa, la humedad de tus labios cuando descienden por mi pecho, el calor de tus manos jugueteando con mi cuerpo, tus piernas que me atrapan como una enredadera al conducirme a la tierra prometida de tu sexo. Decirte de sudores y temblores cada vez que apareces por mi cama, por mi casa, mas no por mi alma, porque aunque no estés, estás aquí, conmigo, y basta cerrar los ojos un instante para corroborar que permaneces en esencia. Y al final, como siempre, termino vencido por la imposible tarea para los que, víctimas de un pragmatismo más prosaico, que no procaz no se confunda, no fuimos regalados por los dioses de aquel romanticismo becqueriano, sabinesco, nerudiano, necesario para entregar el espíritu, cubierto por el sutil envoltorio de un poema.

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